Los habitantes de la yrealydad, en general, se niegan a pertenecer a ningún grupo que implique la exclusión de otros miembros de la yrealydad del mismo. En este sentido, el género no es una excepción. Ningún habitante yreal logra siquiera comprender el porqué de tal empeño clasificador, cuando cada inclusión en un grupo conlleva inevitablemente diferencias en el acceso al poder que tan celosamente se evita en la yrealydad. Podría llevar a engaño la fastidiosa inclinación de los seres yreales de escapar a cualquier intento clasificatorio, y hacer pensar a un observador superficial que todos los habitantes pertenecen al mismo género, pero esa observación obviaría el hecho de que en la yrealydad no existe el concepto mismo de género. Para todo obcecado observador que insista en relacionar el género con la reproducción, o que pretenda justificar cualquier otra diferencia sociales mediante banales y superficiales diferencias biológicas, es necesario señalar que efectivamente existen diferencias individuales entre los seres yreales, pero no es una práctica yreal el emplear esas diferencias para justificar ningún tipo de injusticia ejercida sobre otro miembro de la comunidad. De esta manera, las diferencias que atañen tanto a las prácticas sexuales como a los diferentes tipos de genitales, nunca han contribuido a separar los intereses comunes de los habitantes de la yrealydad.