La antropología yreal estudia, entre otras particularidades, el extraño hecho de que en la yrealydad no parece ser necesario mantener narraciones relativas a acontecimientos ordenados sucesivamente para ninguna finalidad. Es decir, los habitantes de la yrealydad carecen de historia. La identidad de los habitantes de la yrealydad parece fundamentarse en una decisión renovada continua y voluntariamente, sin necesidad de recurrir a mitos de héroes que faciliten identificaciones superficiales. Desde luego que entre los habitantes circulan historias de hazañas y grandes logros para la comunidad, y claro que con finalidad dramática, esas historias se atribuyen a personajes yreales determinados, pero a ningún habitante se le escapa el hecho de que tales personificaciones yreales son licencias poéticas. De ningún modo duda nadie de que cada hazaña y logro de cada individuo de la comunidad es un logro de la comunidad en su totalidad. Además, tampoco es ningún secreto para nadie que el mismo concepto de hazaña es otro recurso literario, pues ningún habitante yreal se cosidera tan estúpido como para pensar que algo importante para la comunidad pudiera ser limitado a un mero acontecimiento o episodio aislado témporo-espacialmente. Por todo esto, nadie en su sano juicio se toma muy en serio la historia en la yrealydad, de manera que a nadie se le ocurriría invocar un acontecimiento histórico en una conversación importante, aún cuando en ocasiones los habitantes yreales se complacen en interminables coloquios sobre datos históricos sin importancia, por el mero placer de reelaborar la historia una vez más. En estos coloquios es posible comprobar el desprecio yreal por la sucesión lineal de acontecimientos, de manera que en una argumentación puede esgrimirse la ucronotrópica personalidad de un determinado ciudadano del presente para explicar un acontecimiento sucedido muchos años atrás, en virtud de la particular psicocronografía con que se concibe la historia en la yrealydad. Muchos estudiosos de la yrealydad han achacado este fluir rizomático de la argumentación a la particular laterocronotopicidad del discurso histórico yreal, mientras que otros pensadores prefieren atribuirlo a la metaposryzomaticidad general de los textos conocidos como textoxic, base de cualquier estudio filológico yreal. Sea cual sea la causa, lo cierto es que cada reelaboración de la historia, resultado de los mencionados coloquios, pasa automáticamente a inscribirse en los anales con la misma credibilidad con la que hasta entonces existía.
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